El coche paró. Salí deprisa y ni siquiera cogí mis maletas. Aún no podía creerlo, yo no tenía que estar allí. Yo tenía que estar con Pablo porque, al estar separados, él sufría y yo no aguantaba que el lo pasase mal, y menos por mí culpa. Entre en mi habitación y me puse aún peor, ya que aquellas cuatro paredes eran un templo hacia Pablo Alborán. Fotos, posters, calendarios, discos... Tenía millones de cosas alrededor en las que salía su cara. Aquel Pablo que hasta hace unos días era el que conocía, pero que para mí ya no era el mismo. Ahora había descubierto al Pablo más íntimo, aquel que cualquier fan suya quisiera conocer. Guardé todas las cosas en un cajón vacio que tenía en mi habitación, ya que me aterrorizaba que mi padre pudiera tirarlas. Decidí entrar a Twitter, a ver que se contaban mis alboranistas y ver si había alguna mención de... él.
Y ahí estaba, justo lo que esperaba, aquello me hizo sonreir pese a que aun no había dejado de llorar desde que salí de Málaga.
@pabloalboran: @MariaL_Alboran Pedazo de foto!! Espero que lo hayas pasado bien estos días por mi tierra, guapa. Un beso.
Ya tenía lo que quería, Pablo ya sabía mi twitter. Entre en su perfil para ver lo último que había tuiteado.
@pabloalboran: Familia, espero que paseis una buena semana! Yo desconecto unos días. Sed felices, yo lo intentaré...Besos @pabloalboran: Hasta que no pierdes lo que más quieres no te das cuenta de lo mucho que vale.
Me sentí mal despues de leer eso, pues sabía que esos tweets iban por mí. Necesitaba hablar con Pablo, así que empecé a escribirle por Whatsapp.
Yo: Mi vida, estás por aqui?
Pablo Moreno: Si...
Yo: Pablo, siento mucho no haberte dejado despedirte antes, pero ya es lo suficientemente dificil esto que nos está pasando, asi que la despedida tenía que ser dura y seca... Perdoname, por favor.
Pablo Moreno: Mi niña, no hay nada que perdonar, porque te entiendo. No sabes cuanto te estoy echando de menos... Menos mal que he averiguado tu Twitter... jajajajajaja
Yo: Jajajajajajaja, pero lo has averiguado gracias a mi, que si no...
Pablo Moreno: Bueno, ahí llevas la razón jajajajaja. Oye, que te han dicho tus padres?
Yo: Bueno, mi padre está hecho una furia, y mi madre dice que estan haciendo lo mejor para mí... Si te conocieran no pensarían lo mismo.
Pablo Moreno: Cielo, tienes que entenderlos. He llegado yo, un tipo de 22 años, que pretende arrebatarles a su pequeña de 17... ¿Tú en su lugar no estarías así?
Era increible la madurez de Pablo, ahora mismo me había quedado fuera de juego.
Yo: Bueno... nosé Pablo, pero tambien ten en cuenta que tengo casi 18 años, solo faltan 3 meses, estoy harta ya de decirlo. Ya no soy ninguna niña pequeña
Pablo Moreno: Hazte a la idea de que, aunque tengas 32 años, vas a seguir siendo su niña pequeña.
Yo: Puf... Pero yo quiero estar contigo, y no pueden impedirmelo.
Pablo Moreno: Y lo vamos a estar cielo, eso te lo aseguro, como que me llamo Pablo, pero tenemos que tener paciencia, pues las cosas para nosotros dos no estan fáciles por el momento. Te tengo que dejar mi amor, voy un rato a casa de mis padres porque mañana me vuelvo ya a Madrid para seguir organizando la gira. Te amo.
Yo: Adios cariño, te amo.
Pablo se fue, y yo aproveché para llamar a Alba. Estuvimos hablando alrededor de una hora, y le conté que ya estaba en Córdoba, y sobretodo el por qué. Quedamos en vernos al día siguiente y así darnos detalles. Tambien hablé con Marta. Le conté lo que había sucedido y que sentía mucho no haberme podido despedir de ella y de las demás chicas.
-No pasa nada cielo, te entiendo, no has tenido oportunidad de despedirte. Aish... Te lo dije, os podíais meter en un gran lío.
-Calla, calla, ni me lo recuerdes. ¿Por qué me tienen que salir siempre mal las cosas?
-No te desesperes cielo. Piensa que en muy poco tiempo vas a poder estar con Pablo, y que las cosas os van a ir genial.
-Eso espero. Oye, me tengo que ir. Ya hablaremos, cielo. Te quiero.
-Adios, tesoro. Me da mucha penita que no nos podamos visto otra vez, estoy deseando que vuelvas, te quiero.
Desconecte todo. Móvil, ordenador, radio... Mañana era mi último día antes de volver a las clases, y ahora venía la parte más dura. La selectividad estaba a la vuelta de la esquina, como se suele decir, y empezaban todos los examenes finales. No podía evitar pensar en la feria que, aunque todavía quedaba un poquito lejos, era el momento en el que todo habría acabado y tambien en el que ya tendría 18 años.
Salí de la habitación y cogí mis maletas, que estaban en medio del pasillo. Nadie se había molestado en traermelas. Bueno, tampoco yo me había molestado en cogerlas. Empecé a sacar todo y a colocarlo en su sitio. Al cabo de media hora lo tenía todo guardado. Me tiré en la cama, sin ganas de nada, y empecé a pensar que, a partir del día siguiente, Pablo y yo ibamos a estar más separados aún. Él en Madrid, yo en Córdoba, unos 400 kilómetros de distancia. Pero eso poco importaba, porque, ¿que más da estar separados 400 kilómetros durante un tiempo si a cambio podíamos estar toda la vida juntos? Ese pensamiente me hizo sonreir. Además, tarde o temprano, Pablo se pasaría por Córdoba para dar un concierto. Lo tenía claro, iba a ser fuerte y a aguantar lo que me echaran hasta poder estar otra vez junto a Pablo, y esta vez nadie nos podría separar.
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